jueves, 27 de noviembre de 2008

Los desprotegidos

Cuando contemplo la mirada triste de un niño de la calle que se ahoga en la desesperanza, se me comprime el corazón y es cuando un sin fin de preguntas sin respuestas golpean en mi mente, como un mar embravecido que se revela violento.
¿A Dónde irán sus suspiros? ¿A dónde irán sus lágrimas por un destino cruel jamás escogido? Caminan solos, vagan errantes, libres quizás adornando sus desgracias con sonrisas que adormecen, que sanan pero que duelen cuando culminan.
Por utópico que suene mi comentario, me revelo ante la sociedad que pocas veces, vuelve su rostro desinteresado para paliar las tristezas y penurias de estos pequeños, de esas criaturas que viven sus días muchas veces en dantescas condiciones.
Son tantas las anécdotas que se podrían contar de la vida de ellos, que hasta han inspirado novelas, melancólicos ensayos, sentidas poesías y es que irónicamente el arte se alimenta de pasiones y melancolías.
¿Será que Dios en su infinita misericordia envía a sus ángeles con la misión oculta de cuidar sus vidas, de impedir que la pobreza sea consecuencia cruel de sufridos momentos que se extiendan, que lastimen? Quizás porque en las noches en sus humildes moradas, una madre tiene a su hijo entre sus brazos y rezando un padrenuestro pide al cielo con los ojos cerrados la protección del altísimo, agradeciendo que al final de otro día siguen estando vivos.
Tomar conciencia, abrir nuestros ojos, ser más humanos, extender nuestra mano cuando podamos para regalar esperanza, arriesgarnos a amar con el corazón abierto, ser solidarios, estas cosas entre otras, merece la pena que las reflexionemos cuando volvamos a tener frente a nosotros un pequeño de estos, los desprotegidos.


Un abrazo