viernes, 8 de octubre de 2010

Un mal sueño...

Era de madrugada y despertó súbitamente, sin entenderlo, una angustia profunda le robaba la
calma, en su rostro una lluvia húmeda de dolor dejo evidencia que un sueño había provocado el
lamento.
Soñó que la perdía, que su amor intenso e incondicional se desvanecía, se vió solo a merced del
mundo y sus demonios, dejó de sentir su abrazo, sus besos dulces que sabían motivar
sus noches, sus pensamientos de amores, su piel caliente sobre su cuerpo en madrugadas de frío.
La miró y no sintió el rayo de luz que siempre tenía, con el que bendecía de alegría
cada amanecer, al contrario, una mirada fría que cortaba emociones se dejo sentir, parecía no tener fin el dolor que la sorpresa dejaba en su corazón atribulado.

La llamó de muchas formas distintas, esas palabras nuevas y particulares con las que
etiquetamos a nuestros amores para hacerlos exclusivos de nuestros afectos,
ella, no pareció reaccionar, se llenaba de silencio el espacio que ambos ocupaban,
se le acababa el tiempo.
Preso de una desesperación lastimera, su mente procesó mil combinaciones juntas, buscando la
salida, algo que la trajera de nuevo al mundo en que vivía, donde él era el eterno dueño de sus
pasiones y sonrisas, todo fue inútil. Su último recurso fue decirle que la amaba, que en su vida
nada mas le llenaba que saberse en su corazón palpitando, compartiendo el día a día,
con saberse parte de ella todo parecía completo.

Ella sin pensarlo, le expresó que ya no le amaba, que no había evidencias en su alma de haber
mantenido un amor latiendo, lamentaba no corresponderle, pero se trataba de un malentendido,
una trampa de la suerte , debía aprender a vivir con esa verdad que desgarraba el presente.
No sé de qué forma o de qué manera, el estalló en sollozos de manera impredecible, se aferró de
su cintura abrazándola fuerte, le miraba llorando y le decía: ¡Reacciona por favor! Soy yo, el de
siempre, el que te lleva en el alma, el que no vive si tu le faltas…. Ella, sin decir palabras,
retiró sus manos y se perdió con la brisa triste de la tarde….

El dolor le causaba una locura temporal que le había enviado a un limbo de recuerdos,
era tanta la pena que las lágrimas fluían solas, de la misma forma que su sangre se hacia nueva
con cada latido de su corazón abatido…..No podía concebir haberla perdido…
Fué entonces que se percató que tenía cerrado los ojos, percibió de repente ese olor a ella, tan
cerca, tan fuerte, despertó y la miro ahí cerca, de espaldas, dejando ver su piel colonizada tantas
noches….Seguía ahí, amándole, jugarreta de los sueños el dolor que había sentido, se sentó al
borde de la cama y respiró profundamente, de pronto, una manos tiernas le apresaron por la
espalda y un beso breve termino de confirmarle que el amor seguía ahí sin planes de dejarle.

Un abrazo