miércoles, 11 de enero de 2012

Una tarde, una mirada despierta...


Algunas miradas tienen ese vínculo que permite conocer a alguien, sentir sus nostalgias , sus alegrías , sus temores, sus vergüenzas.
Uno de estos días pensando en esa teoría, me encontré descubriendo una sensualidad vestida de ternura, resurgiendo en una mirada que la adornaba,  que parecía hablar y dejar emociones descritas, llenando el momento, una imagen, un rostro que hablaba.

Mirada inesperada, sin necesidad de palabras, dando paz, gobernando curiosidades, provocando descubrir el color de los sentimientos, mirada despierta, clara y emotiva.
Parecìa que al mirar, dejara sentir sus manos acariciar mis sienes y caer rendido, a la sensación cautiva en la emoción que acaricia la tarde, cuando la miro, cómplice de mis momentos, de mis privadas sensaciones.
Parecìan cobrar vida, la calidad de sus pasiones, sus anhelos, sus silencios , esa fuerza afectiva presa en su retina, las palabras fluían y mis manos las escribían.

Miraba y tocaba con precisión, acariciando la idea de hacerla materia y visualizar su silueta,
más allá de una mirada presa y congelada. Nacieron algunos silencios, mientras la imaginación, se alimentaba de sensaciones, haciéndola tangible, real, eterna.
¿En qué lugar del mundo se encuentra? ¿Inmediatamente cerca, lejos? Es relativa la distancia cuando la admiración acerca a las personas, las percibe, las desnuda.

La tarde siguió su paso, esa visión alegró un pensamiento nostálgico que sorprendió el momento, me despedí, con un hasta luego, musa anónima, mágica, inesperada, intensa, dulce, apasionada.