miércoles, 20 de mayo de 2009

Esos olvidos fortuitos


¿Es acaso o no agobiante y hasta cansado cuando de pronto nuestra fallida mente olvida en que lugar dejó por última vez ese juego de llaves, esa camisa, ese Ipod, ese celular, ese Usb , esa tarjeta de memoria etc...?
Nos invade un pequeño sentimiento de frustración combinado con impotencia cuando los músculos de la memoria parece que no funcionan y ni vislumbramos algun destello de clarividencia que nos haga recordar, en que lugar dejamos el objeto la última vez que lo tuvimos en nuestras manos.
Hacemos hasta un ritual para poner nuestra mente a tono y de esa forma,alimentarla de recuerdos que nos hagan llegar al punto de esclarecer el acertijo de su ubicación, respiramos hondo, entramos en trance, intentamos que la máquina del tiempo de nuestras vivencias sirva de algo, pero a veces estos olvidos crueles, aparecen en los momentos en los que no contamos con tiempo necesario para buscarlos, se hace tarde, tenemos algun compromiso importante, la oficina, en fin, la ley de Murphy nos despedaza en esos momentos desagrables.

Estos olvidos suelen tener dos tipos de desenlaces, por un lado, llega el momento iluminado en el que logramos recordar y encontramos aquello que perdimos, se escuchan esos coros celestiales el ALELUYA DE HANDEL para ser exactos y una fiesta interna se gesta de elevadas proporciones conciliadoras, por el otro, no logramos en ese momento dar con el paradero del objeto de nuestra angustia y hasta llegamos a darlo por perdido.
A los dias, cuando ya has olvidado su existencia y el sudor que provocó en ti su búsqueda desesperada, por arte de magia y dibujándonos una sonrisa medio cínica y en señal de negación mezclado con un nostálgico asombro leve, aparece ahi cínico ante nuestros ojos, ahí y ahora cuando quizas lo reemplazamos por otro y recordamos los sinsabores en los que incurrimos en su búsqueda.
Que se le va a hacer, es lo cotidiano, nos pasa a todos, son esos momentos los típicos exámenes de nuestra paciencia que en la mayoria de los casos se pierde inevitablemente.

Un abrazo