lunes, 10 de enero de 2011

Y fué entonces su voz....

Fué su voz como bendición de mañana, todo el mundo se detuvo y en su sonido, la vida significó
algo.
Fué sentir, vivir, olvidar un poco las heridas que injustas sanan solas, cicatrizan, se aprende
en soledad a valorar la adecuada compañía o se hace amistad con la señora de los desiertos
inmensos.
Busqué entonces un pedazo de papel, algo arrugado que se deja tocar, se deja hacer cosquillas,
en su barriga escribo mis pensamientos, éstos con sabor a extrañar y algunos otros con sabor
a alegría, a temporal festejo cuando un momento de sorpresa, le da amnesia a la melancólica
sensación de estar solo.

Pinto emociones con versos, no sé cuándo ni dónde me empezó este vicio, creo que desde
siempre, no lo sé, es parte de mi, de mi forma de sentir, de ver las cosas, acaso también, mi escape a un mundo donde duele menos confesar nuestros dolores, esas cosas que nos callamos porque a nadie le importa.

Volví a quedarme flotando en una ilusión demasiado real, mágicamente afectiva, una musa, un
apasionamiento intenso, una necesidad de estrechar una mano o cantarle una canción al viento
que saluda sin hablar, que me trae un pensamiento con un rostro sonriendo.
¿Lo sabes verdad? Me pregunté a mi mismo, soy el soñador de siempre, amar mucho a veces
nos complica la existencia, pero sabes, no puedo amar de otra forma, aun así el corazón este
parchado de desamores, seguirá latiendo afecto cuando el tiempo y un aroma a rosas
me lo valide en sentimientos.
Me quedé así, súbitamente escribiendo en mi mente antes de dejarlo caer en esta sábana vacía,
ahora llena de letras con sentido, me pregunto: ¿Qué sonidos de amor me traerá el tiempo?

Ahí y aquí, el tiempo es el mismo, inviernos que se prolongan sin un cálido cariño
que nos avive la piel y los suspiros, recordar, sentir nostalgias, en eso se nos convierte
la vida con el amor en exilio.
Y aunque el día no tenga más anécdotas que las que ya nos sabemos, aun cuando la rutina sea
esa camisa de siempre que como uniforme, nos sienta bien porque es la única que mantenemos
intacta, como nuestros errores, seguirá estando abierta la posibilidad de una sonrisa, de una
esperanza, de dejar atrás lo que no suma, lo que no vale la pena.

Y volvió su voz, tocó a mi puerta, el sol de la calle y un pensamiento, me dejó aquí
escribiendo en palabras su huella….

Un abrazo