lunes, 11 de mayo de 2009

Si se pudiera...


Que sano sería poder tronar los dedos y viajar por el tiempo a cada momento pasado donde conciente o inconsientemente, provocamos una lágrima en alguna persona que no merecía derramarla por nosotros.
Si pudieramos tomar el borrador de heridas en nuestras manos y poder hacer una regresión cronológica para purificar nuestro karma o para sencillamente enmendar nuestras equivocaciones.
Y no hablo de esas grandes equivocaciones porque a la larga, son bendiciones que de alguna forma nos enseñan a vivir, nos enseñan a depurar una parte de nuestra alma que aun rebelde, no madura del todo.
Hablo de esos momentos en que no fuimos luz por un breve momento, una palabra pesada expresada quizas presos de una ira ajena, un grito que no debió salir fuera porque aunque no le toco la piel al otro, dejo una cicatriz lastimera en el corazón.
Cosas como esa, resentimientos que los sigue arrastrando el tiempo, sé que hay muchas personas que los llevan consigo, no es nada agradable ni es lo que se espera para vivir en paz, sin embargo hay tantas historias que se cuentan y se callan y que mantienen una pena que como la piel nos acompaña.
Pero si pudiéramos llegar a la génesis del conflicto y evitar el mal suceso, evitar los años en silencio o los momentos de lágrimas a solas cuando la nostalgia nos asfixia, que liberador sería.
Es la sabiduría de la vida que nos da lecciones por módulos a medida los años nos entrenan, cuando al fin logramos entender lo que no entendiamos antes, cuantas cosas perdonamos y entendemos a veces y cuan equivocados nos enfrentamos a nosotros mismos.
Jamás querria que se nos quitara a los seres humanos ese libre albedrío para correr con las concecuencias de nuestros actos y asi, aprender a ser hombro de otros que vienen atras, pero acaso, ¿No sería fascinante retroceder el tiempo solo en aquellos momentos en que creimos estar en lo correcto y poder decirle a aquella persona en conflicto cuanta razón tenia y cuan equivocados estabamos...?


Dejo salir un suspiro

Un abrazo