sábado, 24 de septiembre de 2011

Un cuento para mi hija

Recibí una de estas tardes, mientras me encontraba en mi trabajo, una llamada urgente de mi hija de 11 años, me pedía le ayudarà a inventar un cuento para un proyecto de su clase de español, si gustaba, pues tenia la posibilidad de ir a competir con otras escuelas de la ciudad. Y así fue, a continuación, la breve historia:
Una noche, la pequeña niña, miraba hacia el cielo, callada, sencilla, esperando a la luna para platicar con ella. Quería contarle tantas cosas, decirle que no querìa abandonar su mundo de fantasía y anhelaba ser niña para toda la vida.
Esa noche, la luna había atrasado su aparición, la niña lloraba porque se hacia tarde y su amiga iluminada se había olvidado de ella.
Consultò con las estrellas pero no le hicieron caso, pecando de orgullosas, fue entonces que la espera se volviò un doloroso momento.
Se quedò dormida de tanto esperar, a orillas del balcón, en su sillón favorito, hasta que una voz dulce le llamò y despertò de repente. Era la luna, blanca, llena, màgica, sonriendo y llenando su noche de alegrìa otra vez. La niña se abrazò a ella con los ojos cerrados para no cegarse con su halo de luz.

-¿Por qué no quieres crecer ? Le preguntó la luna.
-Porque el mundo suele ser cruel cuando creces, se vuelve invisible la alegría, soñar y contar cuentos, se vuelve una leyenda que suelen juzgar de locura.
Regàlame tu hechizo para no crecer nunca y mantener viva la inocencia y no aprender del dolor que visita cuando se pierde.

Entonces, la luna abrió sus brazos y aprisionó sùtilmente su tierno cuerpo y lo llenó de dulzura, haciendo realidad su sueño que bendijo la noche.

Fin


No si la petición de la niña de mi cuento era en verdad la petición de todo padre que no quiere que sus hijos crezcan, probablemente....

Un abrazo

jueves, 1 de septiembre de 2011

La silla sola...Una historia

Imagen cortesìa de Kimberly Shiham http://www.facebook.com/kshiham

Me cautivò y me llevò a la ciudad de las nostalgias, la soledad de aquella silla hermosa en el patio de la casa donde antes, te sentabas a esperar, ilusionada, para reir y contarme, que extrañarme, era una tarea incòmoda y fatigada pero al verme, la tarde celebraba al encontrarnos.

Ya hoy el tiempo no es el mismo y tu nombre es un tierno regalo, que se quedò en un pasado que no vuelve, atesorado, volvì a encontrar esa silla, sin tì, quizàs nostàlgica, aburrida de no ser testigo de la platica de enamorados, o de mirar de reojo, cuando preso de ansiedad, te besaba bajo la sombra de aquel àrbol que se grabò nuestros nombres.

Estaba a punto de llover y el corazòn de pronto te imaginò otra vez ahì, enamorada, mirando el reloj y girando la mirada con rumbos variables, buscàndome.
Entonces, regrese al presente, tomè la silla y la llevè rumbo a casa, ya no estarìa sola.


Un abrazo





Tomando un respiro

Es inevitable que lleguen dias en que necesitamos aminorar el paso, sentarnos a descansar y respirar profundo, una especie de ritual necesario, cuando sentimos que nos abaten tantas cosas y todas juntas de pronto.
Vivimos la vida aceleradamente, a veces para olvidar y otras para mantenerla ocupada, pero el cuerpo manda señales a las que debes hacerle caso, para no caer atrapado, en un enigma que casi nunca se advierte y no se le encuentran lògicas respuestas.
Asi me pasò hoy, sentì que todo se disponìa para ponerme a prueba, mis impulsos, mis planes a futuro, mis decisiones, càlculos a destiempo.
Y de noche solo medito en el universo de pendientes, ordenando ideas y dejo en algunas letras la sensaciòn de pausa y espera.
Mientras me atrapa el sueño,

Un abrazo