lunes, 17 de agosto de 2009

Una perruna opción


Pocas historias me han cautivado y tocado hasta el lagrimón como esta, que siendo tomada de la vida real, trata sobre un perro unico y lleno de un caracteristico y peculiar estilo de ser.
La pelicula Marley y Yo, una biografía que el periodista americano John Grogan escribe posterior a la muerte de su querido perro que lo acompaña durante trece años viviendo a su lado las experiencias de vida mas importantes y volviéndose parte predominante de toda la familia.
La historia como tal es perfecta, una vivencia humana, llena de colores que nos pintan a diario la existencia, una muestra de amor leal, desinteresado, premiado con un giro emotivo de la cola del can que expresa en ella su alegria y su amor por sus amos.
Me puso a pensar en la moraleja que explota sola al final de la película y que encierra tanta sabiduría, nos pone en esos segundos breves en contacto de nuestra realidad humana.
Una comparación quizas ilógica pero muy sabia, un perro como ese no le importaba si su amo era rico o pobre, si era exitoso o fracasado, si tenia carro o andaba a pie, para nada, su unica exigencia era la mano cariñosa que masajeaba su cabeza y le hacia saber que no estaba solo. Un perro fiel que ladre hasta la locura cuando percibe que llegas a casa, y su giro de cola sea el indicativo perfecto que exprese su felicidad y genere una fiesta interna agradeciendo tu regreso.

Entonces me preguntaba si un animal demuestra tanta lealtad y amor desinteresado, ¿Porque a veces nosotros los humanos pensantes y racionales olvidamos esas pequeñas cosas? ¿Porque somos tan egoistas e insensibles la mayoria de las veces? ¿Donde dejamos la humanidad? ¿Compramos afecto o lo vendemos al mejor postor?
¿Porque olvidamos decir te amo o te quiero tan pronto? ¿Porque no somos fieles como lo son esos animales faltos conciencia pero humanamente tan nobles?
¿Porque condicionamos tanto nuestros sentimientos para poder expresarlos a los seres que nos tienen cerca y que comparten nuestra existencia?
Fue profunda la huella que esa cinta dejo como recuerdo en mi persona, entre risas y disparatadas escenas donde el perro Marley se roba el show de las escenas, surge ese lado infantil que en algun momento renace en nosotros y que nos lleva a esos momentos donde nos tirabamos al suelo atacados de la risa abrazando a nuestro perro favorito y que al perderlo lograbamos dejar salir el mundo de las lágrimas de nosotros.

Ojala los que tengan la suerte de ver este film junto a sus seres queridos, descubran esa mágica sensación de lo que significan las cosas que realmente valen la pena.
Una buena opción para renovar el alma, si puedes verla te aseguro que no te arrependiras de haberla seleccionado.
Es una muestra real de vivencias con las que en mas de una vez nos sentiremos identificados.

Mientras compartimos criterios,


Un abrazo