sábado, 17 de enero de 2009

El valor en los tiempos del desempleo


Noche helada de conflictos, de vacíos, de interrogantes, una nube negativa de vientos de tristeza atraviesa el cielo, sembrando el pánico y desconcierto en las casas de muchos.
Hoy, muchas personas han sido sorprendidas en sus trabajos con un despido helado e inesperado, un escalofrío les recorre cruel y violento.
Me duele imaginar sus angustias, sus sueños rotos, el veneno lastimero del infortunio que sin llamarlo, tocó a sus puertas sumándose a sus cuitas en aumento.
Imagino sus rostros desdibujados al salir a la calle con su realidad tan dramática.

¿Qué dirán en casa? ¿Cuántos dependen de esos ingresos desvanecidos de pronto? ¿Será suficiente la liquidación para sobrellevar la temporada de vacas flacas? ¿Tendrán estas personas el tiempo necesario mientras consiguen otro empleo(si corren con suerte), para mantener a los suyos el tiempo que dure su lamento social, adquirido por la injusticia y la crisis que vive el país que ya está dando las primeras bajas y se están sumando tantas?
¿Cómo aprenderá esta persona a fingir la agonía y la tristeza actuando, mostrándose fuerte y optimista ante los suyos para no hacer expansiva, la bomba de desolación que en ese momento acaba de ser lanzada licuando y reduciendo a cenizas su interior?
Despidos masivos, son la sensación del momento, están de moda en esta crisis nacional de desempleo ¿Hacia dónde vamos?

De repente quisiera encontrar milagrosamente la panacea para todas esas tristezas de compatriotas que se ven despojados de su trabajo sin esperarlo. Guardo silencio.
Me uno a la pena solidaria, son días de crisis, de suspensos, de destinos inciertos, dramáticos.
Y con todo y esta cruda realidad que abate a nuestras tierras de sueños menguados y en espera,los magnates de imperios corporativos siguen festejando en Maui, Hawái o las Bahamas, entregados al placer de celebrar la vida sin restricciones mientras, en algún lugar de nuestra América, hay un padre o una madre que se levanta a hurtadillas por las noches cuando todos duermen, se agacha en el rinconcito mas escondido de sus lamentos y combina el llanto con una súplica al cielo pidiendo serenidad y fuerza para sobrellevar la prueba adversa de haber perdido su empleo porque de ellos dependen los más pequeños.
Quise esta vez sensibilizar pensamientos, quise dejar un poco el viaje de palabras llenas de pasión afectiva y volverme de pronto un eco de esas lágrimas y voces que claman al cielo, de esos incontables que han quedado sin su fuente de trabajo, solidarizarme con el acongojamiento de sus almas que podría ser también la mía en breve, así como están las cosas, nadie está asegurado en las encrucijadas repentinas que nos toman de sorpresa.

Dejo de escribir, respiro hondo, cierro los ojos y no me resta más que pedir al omnipresente que extienda su mano balsámica, que genere un campo de protección sobre todos a prueba de lamentos y nos regale la virtud de estar preparados, en control de los cambios y mantener encendida en nosotros la luz de la esperanza.
Sé que mis palabras son inútiles para ayudar a los que hoy se sientan desconectados de su realidad, se que debo decir que vendrán tiempos mejores, quiero creerlo y en esa máxima me quedo, sea esa la frase que nos ayude a superar la adversidad ante el infortunio.

Un abrazo... no, mejor dos.