viernes, 12 de junio de 2009

Una mañana cualquiera


Es de mañana, voy caminando por la ciudad y el calor penetrante del sol me volvió mas alerta en cada paso que daba para llegar al trabajo.
Por las calles, un incesante número de transeúntes chocaban contra mi a veces, muchos rostros con sueños o frustraciones dibujados en miradas, muy pocas saludaban y sonreían,probablemente cada uno llevaba una cruz a cuestas o tantas cosas que contar.
En una esquina una señora algo robusta de brazos esbeltos invitaba a comprar la noticia del día, otra a su lado opuesto, tenia una ensalada de artículos para la venta, desde cargadores para celular, hasta las menudencias mas impresionantes.
Las campanas de la catedral daban el aviso a misa y a la vez era un saludo musical que daba los buenos días a la mañana, a cada uno de los miles y miles de seres humanos que se distribuían por todas las calles y avenidas de la ciudad, entre ellos yo, aun adormecido por el sueño latente producto de una semana de trabajo bastante pesada que espera el fin de semana para estabilizarse y evitar los desvelos cansantes, confinado a una pantalla de una computadora, creando vidas en bytes.
Prosigo mi rumbo, buscando un taxi que me lleve a mi destino, porque la providencia dispuso que mi carro se viera dañado y me dedicara, mientras logra estar en buen estado, a la deportiva labor de caminar y usar el transporte público como único y exclusivo medio de locomoción.
Tengo que confesar que esta nueva actividad es una mezcla de frustración y miedos, frustración porque uno se acostumbra a andar en carro y a sentirte dependiente de moverte a donde quieras a la hora que quieras, por otro lado miedo, porque nuestro transporte público esta a merced de la violencia y la delincuencia que incesantemente esta hiriendo a nuestra sociedad.
No importa ahora, llego a el punto de taxis, me subo, espero que el número de pasajeros llegue al requerido para poder partir y el auto arrancó, el panorama que visualizo a través de la ventana en movimiento es el mismo, personas ansiosas empezando un nuevo día, caminando a prisa, unas para llegar a tiempo a sus trabajos, otras para evitar volverse estadísticas de robos o atentados civiles de algún delincuente que siempre aparece de la nada.
Luego de un recorrido memorizado y sin variaciones logro llegar a mi trabajo, respiro, es un nuevo día, una nueva oportunidad, un nuevo comienzo, estoy listo para lo que el día traiga consigo.

Un abrazo