sábado, 4 de abril de 2009

Cuando entre primos me ví


Me vino a la memoria una mañana helada de la infancia, recorriendo a caballo una finca donde el silencio y el verdor eran los adornos visuales mas claros de apreciar.
Eran mis compañeros de aventura mis primos, niños en ese entonces hoy ya hombres con un futuro forjado y creciendo: Walter y Luis.
Lo vergonzoso de la narración es que ellos tendrian probablemente entre 9 y 10 años y yo un puberto entrado en la adolecencia que iniciaba por primera vez la entretenida acción de sentirme un vaquero en aquellos senderos, cubiertos y rodeados de cafetales, con ese aire limpio que saludaba a mi rostro mientras a pasos contados, mi fiel corcel cuyo nombre particular "Cholongo" bautizado por el intrépido Walter, era responsable de trasladarme sano y salvo por aquella vereda.

Aclaro que de los dos caballos que recorrian aquel camino sintiendonos personajes de pelicula vaquera de aquellas clásicas de Yul Brynner, Steve Mcqueen , Charles Bronson y el inmortal John Wayne, el "Cholongo", era la versión pasiva y sumisa de los corceles, un manso ejemplar que hacia menos tensa la actividad que recien comenzaba.
Por otro lado, Walter que era el que mas manejaba con pertinaz eficacia esas actividades montaba un gallardo alazán imponente y salvaje pero que con su destreza controlaba con hipnótica perfección.
El recorrido se mantenia interesante, recuerdo que atrevesamos un buen número de kilómetros de terreno desconocido para mi, pude apreciar una poza tentadora para reposar y darse un buen baño.
Todo iba bien, de pronto el primo de espíritu de John Waine, intentó acelerar un poco el paso para hacerlo mas interesante y a galope inyectarle adrenalina a la experiencia.
Debo admitir que pensé que la velocidad que aquel rocín manso y dormido alcanzaría no sería tan incontrolable, pero me trague mis palabras, de repente y no se si fue porque el animal sintió un reto al ver a su compañero de lado galopar con mas fuerza,
que incremento repentinamente su velocidad tanto que una sensación de pánico me empezó a invadir, intente frenar su recorrido pero no parecía entender razones, de pronto y en el ataque de nerviosisimo y previniendo caer en algun barranco imprevisto, forze al animal a entrar a un cafetal , mala idea!!!
En el suelo habian estacas sembradas protegiendo las matas y por otro lado ciertas ramas de arboles invasores se volvían obstáculos que al parecer se estaban sumando ya a mi mala suerte, no lo pense más , como pude me incorporé y decidí que me lanzaría del caballo como medida desesperada, atrás solo escuchaba las carcajadas de mis primos, seguro observando mi cara color papel y mis ojos de terror ante la situación en la que me veía envuelto.
1, 2, 3!!!, salté del caballo y caí estrepitosamente golpeando el suelo quedándo momentáneamente sin aire por el impacto, cosa rara, el bendito caballo se quedo impávido a mis pies , pasivo, dócil como al principio, seguro le dí pena, le dió pesar ver a su quijote comiendo tierra, pude verle de reojo y sentí como me pedía perdón con esos ojos saltones.
Como pude me incorporé, luego que Walter y Luis dejaron de reir, preferí regresar a pie llevando de la mano a mi orgullozo y apenado compañero, y desde luego, ese dia mi historia fue la que se puso de moda desatando las carcajadas por semejante novatada ecuestre.
Hoy mis compañeros de aventura son unos hombres ya, uno abogado el otro Ingeniero y son padres de familia, estoy seguro sus hijos(as) podrán percibir en su momento la magia que de niños conocieron.
Ahora estamos separados geográficamente por cuestiones del destino pero sé que cuando lean estas breves notas, probablemente regresen en el tiempo a esos momentos que aunque breves se me quedaron prendados como amuletos en mis recuerdos.
Un abrazo