martes, 15 de septiembre de 2009

Sonrisas con el corazón


Últimamente me he vuelto algo distante de este mi rincón debido quizás, a una posesión no diabólica pero si Twitera, que por momentos me absorbe y me aleja de mis presentes y de este mundo mío que extraño tanto.
Fui a prepararme una taza de café para motivar las ideas, sonará a locura con este calor que incomoda, sin embargo es deliciosa la sensación que la cafeína va provocando en mi memoria, para poner las palabras adecuadas en esta hoja electrónica.
Me pregunté en silencio ¿Cuándo fue la última vez que sonreí con el corazón? Sonreír, esa mueca que hacemos nacer en nuestro rostro pero cuando es tan profunda, logra descender al alma y hacer brincar a cada latido que alimenta de vida nuestra conciencia.
¿Cuántas de esas sonrisas logramos percibir en nuestro interior? ¿Qué tan aprisa vivimos que dejamos de apreciarlo? ¿Será que cerramos nuestros ojos y no vemos estas cosas que están ahí tan cerca de nosotros y que no les damos el valor para generarnos una de estas muecas pero afectivamente, dentro de nosotros.

Haciendo una regresión algunas de esas actividades que dibujaban esa alegría en mi, era cuando siendo un niño, veía aparecer a mi madre en casa de nuevo ya en horas de la noche, ya que durante el día, pasaba fuera trabajando duro y como hermano mayor me tocaba cuidar de mi hermana menor y mientras ella regresaba, me iba a dar una vuelta por el mundo de mis fantasías, ese que siento que desde niño alimentó mi imaginación hambrienta y fluida.
Cuando ella entraba por la puerta de la casa, sentía que la vida volvía a tener sentido, mas aun cuando sentía su abrazo cariñoso, volvía a tener paz, me sentía completo.
Bueno el tiempo ha cambiado tanto desde esos días, unas energías ganadas, otras perdidas, maduramos, perdemos la inocencia y la recuperamos cuando vemos en nuestros hijos alguna gota de esa nostálgica vivencia.
Ahora esa sonrisa se me dibuja en el alma cuando tengo la oportunidad de abrazar a mis hijos, estrecharlos contra mí, y es ese el momento en que me convierto en un niño mas, jugando, haciendo cosquillas, contando cuentos, escuchando sobre sus programas de moda, sus opiniones y mágicamente los llevo conmigo a mi mundo fantástico de sueños despiertos.

He llegado a darme cuenta con el paso del tiempo, que no hay remedio que sane cualquier pena, cualquier dolor, preocupación económica, ansiedad , miedos varios, que meterme entre sus sábanas y recibir la noche con sus sonrisas, con sus ocurrencias que a veces me sorprenden y saben cambiarme el desánimo perdido.
A veces quisiera tener su misma pureza de corazón, intento que nada ni nadie se las robe porque en estos días de violencia y de tanta agresividad en las redes sociales y TV las mentes de los niños son tan velozmente manipulables que si no existe el consejo preciso, se puede trastocar antes de tiempo esa dulce inocencia, que merece vivir hasta que el tiempo lo designe conveniente.
Por eso cuando sienta que el mundo real me derriba con malos momentos, bastará ver sus fotos, recordar sus sonrisas y sentirme fuerte para enfrentar lo que sea.
Y Cuando mi paso se vuelva lento, las reacciones pausadas y las fantasías gastadas, seguiré sonriendo a carcajadas, cuando vea las caritas de mis niños reflejadas después en los nietos y ¡! Ay que consentidor y Celestino me voy a volver!!

Me voy, hice una promesa y ya oigo el reclamo de sus voces tiernas reclamando las historias para el sueño, se me están acabando las narraciones y recuerdos, tendré que gestarme un par de nuevas vivencias.
Y tú que me lees, ¿Cuándo fue la última vez que sonreíste con el corazón?

Un Abrazo