domingo, 30 de noviembre de 2008

Cuando se apaga la luz de un àngel

Morir, suceso fatídico, inevitable como la vida misma, un punto final a las sonrisas, a las mañanas impregnadas de rocìo, a un cielo azul que baila con el calor que el sol le regala.
Me ha tocado a veces, presenciar desgarradoras imàgenes en las que se visualiza a el ser querido de alguien derramando penas en lágrimas que fluyen, como cataratas del rìo de la tristeza, que se desboca implacable sin freno entre gemidos que reclaman por la vida del que ha partido.
No puedo definir con lógica sus expresiones de dolor infinito, su eterno recordar y una melancolía a flor de piel que sera como un manto que cubra sus almas en noches de grillos cantores, de tristes canciones, de llantos furtivos.
Pero como se dice por ahí: "Para que exista la vida, existe la muerte", es el ciclo viviente al que nacimos atados.
Pero, ¿Quièn no desearía que la vida fuera eterna?, que aunque los años marchiten y aminoren la intencidad de tus pasos, siguiéramos despertando , respirando siempre a todo lo que dan nuestros pulmones.
Si fuera posible, redactaría una misiva al cielo, haciendo la moción para que un hijo nunca tuviera que llorar la pérdida de sus padres, que nunca un padre se sumergiera en el dolor incontrolable de ver escapar de repente la vida del hijo que adora.
Nadie pienso yo, esta preparado para un arrebato tan drástico como la muerte, nunca nos toma preparados aunque lo profesemos a veces, como dice el refrán: "No es lo mismo verla venir que platicar con ella".
Solo nos queda como actividad diaria pedir la protección divina para los que amamos .
Perder a alguien querido, es como brincar la frontera de lo incierto , es caer en una locura temporal espontánea que el dolor provoca y genera como una respuesta inmediata.
Y por irónico que parezca, hasta en las pérdidas muchas veces desnudamos nuestras fallas, nuestros errores dormidos, aquellas cosas que no logramos expresar o vivir con aquel que se convierte en historia en el pasaje privado de nuestros recuerdos al dejarnos.

Es por eso que debemos hacer sentir en vida nuestro amor por aquellos que significan tanto para nosotros, por lo menos una vez, no importa si es mas tarde que temprano, no dejar el momento al azar, no dejarlo esperando a que una noticia lastimera e imprevista, nos ahogue en un eterno: "Si lo hubiese dicho, si lo hubiese hecho..."
Vivir es tan complejo, nos enfrentamos a tantas cosas día a día, cada quien libra sus propias batallas, llora sus propias penas, ama según su propio criterio del concepto que conoce de la palabra amor.
Concluyo que debemos vivir nuestra vida al máximo, pero intentando no dejar de lado las cosas que importan, el amor por aquellos que nos aman aunque a veces sin querer nos lastimen, porque en un abrir y cerrar de ojos, la vida puede sacudirnos y se acabaran los reclamos, ya esa persona habrá remontado un viaje al cielo y una escalera de palabras se esparciran dormidas en nosotros convertidas en llanto.

Un abrazo