jueves, 16 de mayo de 2013

Esas cosas de la vida...



A veces son de esos dias llenos de silencios, interminables dudas, de nostalgias repentinas que nos encuentran y nos castigan.
A veces son dias demasiado perfectos que percibimos que no pueden ser ciertos por estar tan bien diseñados con cada minuto que transcurre.
Todo puede cambiar, la alegría volverse tristeza y la tristeza volverse alegría, es impredecible cuàndo, dònde, quièn o què, va a llevarte a esa experiencia, pero sucede y es una constante en esta aventura de vivir y sobrevivir a nuestros experiencias.

Mientras tomaba un café me puse a pensar en esto y se me antojò   escribirlo, aunque trillada la frase que reza que "Todo cambia" es tan veraz, tan llena de realidad, hoy crees que lo tenès todo y mañana lo perdès ante tu misma sorpresa, sea que lo hayas buscado o no.
Ojalá existiera un equilibrio en relación a lo que se gana en relación a lo que se pierde, aunque sabemos a ciencia cierta que eso no suele ser así, pero aprendemos de cada situación algo de nosotros que desconocíamos.

En fin, estamos a merced de lo inesperado, bueno o malo, pueden decir algunos que uno cosecha lo que siembra, pero hoy en dia, no siempre sucede asì y es cuando los signos de interrogaciòn y puntos suspensivos se multiplican y nadie aparece con una lògica y convincente explicaciòn.
Me vino esa idea, para compartirla, sè que muchas veces nos suele pasar y es parte de esta escuela que se llama vida.

martes, 14 de mayo de 2013

El amor segùn Eduardo Galeano



El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas.  A los enfermos, cualquiera nos reconoce.
Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces.

El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o en el trago.
Se puede provocar, pero no se puede impedir.
No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada.
El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas.
No hay decreto del gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.

Eduardo Galeano

Periodista y Escritor Uruguayo