viernes, 19 de abril de 2019

Pasiones compartidas


Esa primera nos miramos con ansiedad, con delirio, con sed de sentir y desbordar en pasiones.
Nuestras bocas ya se habían conocido días atrás, como preludios de ganas que despiertas, buscaban el momento perfecto para volverse caricias y sudor.
Estábamos ahí cerca y a solas por fin, podía percibir en ella la intensidad de sus latidos, ese sonrojo en sus mejillas que era la evidente muestra que el deseo también era un antojo que ella ya no disimulaba.

Todo lo inició un beso, breve al principio pero que a medida los labios se acoplaban, se volvía hambriento, ansioso de cambiar de destino, quizás bajo la influencia de su perfume que combinado en su piel era un excitante estímulo que lo gobernaba todo.
Hasta ese momento su cuerpo desnudo había sido algo con lo que mi imaginación jugaba pero en ese instante, dejó de serlo, admitía que la realidad suele ser mejor que la fantasía cuando se materializa y se disfruta un sueño que se consigue. Así fue esa vez, cuando la cordura se escapó por la ventaja y el delirio y el descontrol volvió cómplices a dos cuerpos que se disfrutaban sin reservas ni tabúes.

Y es que no hay instante donde seamos más libres que ahí donde las ropas caen y el deseo hace una fiesta en la piel, donde los labios navegan curiosos por una geografia de mujer que entre gemidos, canta una canción al placer del que es presa en ese instante, hasta que explota en su vientre y la hace vibrar hasta quedar en calma, sonriendo.Luego, y si se vuelve inolvidable, nacen vínculos, necesidades, afectos, historias nuevas,impredecibles, como si a veces por la piel se llega a acariciar el corazón, y sucede sin duda, más de alguna vez.
Evidente que la piel conserva la memoria de todas esas pasiones, pero que fortuna si al final, el corazón y la piel se quedan a perdurar en alguien y hacen de esa experiencia un hogar, una compañía donde la soledad es solo un mal recuerdo.

Y si pasa que bien y sino, lo seguimos intentando.