lunes, 9 de febrero de 2009

Cuando el alma se doblega


Si encontrara una máquina novedosa de rayos "A", para ver el contenido afectivo de una alma atribulada y poder provocar, desarrollar la panacea de cada afección en ella, percibo que me volvería famoso.
Una alma herida no se repara con monedas ni de oro, ni de plata, ni con dólares o Euros, ni con antídotos amazónicos milagrosos, construidos por la propaganda engañosa que invita a gastar en lo que no necesitamos, ni se cura con cuerpos hermosos para revolcones insaciables liberadores, ni se cura con drogas que te llevan de la mano gratis al abismo indescifrable de una muerte irreversible.
Un alma en destierro es un mundo donde la luz no existe y la oscuridad se vuelve el único ambiente concebido para existir.
Esa alma siente que un respiro quita en un soplo la vida y se desvanece el arribo de la esperanza que se encuentra en el exilio.
No hay salidas, todos los caminos son un punto ciego que no lleva a ningún lugar y las sonrisas se vuelven dibujos en extinción, se renuncia a las luchas, a la persistencia al rescate de emociones.
Cuando esos momentos nos hacen la cruel jugarreta, la única salida es resistir, soportar, sobrevivir.
Cuando el huracán se aleje de nosotros no solo quedarán despojos, sino también enseñanzas.

Un abrazo

Un momento de preguntas


Encerrado en su mundo de destierros se encuentra mi yo interno a veces, tratando de traducir mis propios e incompresibles lenguajes.
A veces soy solo una sombra vaga, un intento de luz que se apaga por los colores indescifrables de la realidad que desearía a veces fuera irreal.
No es mi momento, no estoy para acertijos de otros, a veces el mundo se siente tan seguro de lo que tiene que decir de mi, que sería fantástico que se quedara en un laberinto de mis definiciones sin hallar nunca la correcta.
No escucho, es interminable el eco lastimero que prefiero ignorar sus voces profanas, que intentan hacer el papel de verdugos anónimos y gratuitos, paracaidistas sin invitación presente.
Es aquí donde te enteras que sonreír o escribir prosa o poesía no es una labor que se da siempre llena de sonrisas o que el loco aprendiz de contar cosas, siempre esta de humor para desnudar su melancolía, su sentir, sus alegrías.
Hice un alto, un bache se interpuso en mi camino intentando bloquear mi paso, afectar mi ambiente pacífico y volverlo descolorido sin una justificación aparente.
Doy un respiro, siento que la indignación se desvanece, vuelvo a sentirme coherente, desnudo mis pensamientos y los dejo expuestos en letras que me dan paz y me traen de vuelta.

Un abrazo