lunes, 8 de junio de 2009

¿ Es misterioso el pais de las lágrimas?


Es misteriosamente casi un ritual, decidir un tema que escribir, escoger el asunto que me robe el deseo y me deje plasmar en este papel adherido al monitor con la interesante habilidad de que si intento borrar una letra con uno de mis delgados dedos, no sucederá nada.
Casi siempre me gusta hablar de temas humanos, de esas cosas comunes que nos pasan a todos, esas emociones calladas que gritamos cada uno en silencio en nuestros propios rincones, pero que al leerlas a veces en otra vida ajena a la nuestra, nos sentimos de alguna manera adheridos o parte de ella.
Ya bien el principito decía que el país de las lágrimas es misterioso, no se equivocaba. ¿Quién podría negarlo? Acaso por muy fuerte que seamos, por muy preparados y con una enciclopedia vivida de experiencia, ¿No nos dejamos caer de rodillas cuando una pena nos hace derramar una que otra lágrima y nos enfrenta con el lado humano desnudo de nuestras realidades?
Ese momento, esa vivencia, esa realidad dolorosa llámese como se llame, cuando llega, cuando nos toma por sorpresa, cuando nos vuelve tan impotentes, desarmados de todo poder para sobrellevarlo, cuando nos rompe por dentro y nos hace vulnerables por mas lucha que libremos por mantenernos indoblegables, nos enfrenta a una zona de humanidad que a veces desconocemos tener.

Cuando esos momentos tocan las puertas de nuestra vida o mas bien dan el portazo sin respetar normas de cortesía, la sorpresa de su llegada nos deja sin palabras.
Es duro cuando quizás te sorprende a solas, necesitando un abrazo fuerte que simbolice un apoyo, un "yo estoy contigo", lamentablemente en la mayoría de los casos no sucede así y aprendemos a manejarlo con nuestras propias limitantes.
Y cuando el dolor es tan fuerte que se vuelve imposible frenar las lágrimas, que liberador es dejar fluir la pena en ese sabor salado que como un río de penas afectivas, se desliza de nuestras pupilas doblegadas, sumadas a un lamento interno donde el corazón cambia el velocímetro de sus latidos, perdiendo el control de sus revoluciones.
Por eso es tan impredecible cuando ese momento llega, por eso su misterio, pero cuando pasa, se sanan melancolías y las pupilas vuelven a brillar en fiestas de sonrisas, se valora la alegría, la mirada inocente de un niño, la sencillez de las cosas y nos descubrimos con mas valor el corazón.

Un abrazo